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Educación Emocional, ¿asignatura pendiente?


El reconocimiento de las propias emociones, la empatía y el desarrollo de las habilidades sociales son los tres pilares fundamentales en los que se basa la Inteligencia Emocional. La experiencia clínica sugiere que la mayor parte de las patologías relacionadas con la salud mental tienen como base un escaso desarrollo de estas nociones en la persona adulta lo que nos lleva a afirmar que un adecuado cultivo en los años escolares podría dar como resultado, hombre y mujeres más eficaces y preparados emocional y socialmente, además de asegurar una infancia más feliz.

Dificultades muy frecuentes en la infancia y la adolescencia como timidez, bullying, agresividad, fracaso escolar, consumo de drogas o conductas sexuales de riesgo se verían mermadas en su probabilidad si el colegio propiciara un crecimiento orientado más a lo emocional que limitado a los contenidos curriculares básicos. La escuela se convierte en punto de reunión, de crecimiento, de dudas, un espacio en el que se pueden fomentar enseñanzas y aprendizajes que optimicen el funcionamiento, la conciencia, la empatía y los valores que se derivan del autoconocimiento, la empatía y la asertividad.

Nadie puede negar que la sociedad está cambiando, estamos ante una nueva generación que reclama de manera urgente un giro en la manera de afrontar la enseñanza de la infancia actual. Parafraseando a Rene Diekstra, importante promotor de la Inteligencia Emocional en la escuela, solo hay que dirigir la atención a las tasas de paro juvenil para comprobar que la educación formal no cumple todos los requisitos necesarios para preparar a los adultos incipientes de una manera eficaz a nivel laboral, personalmente añado que únicamente hay que observar las tasas de consumo de fármacos para el control emocional para dilucidar que tampoco nos prepara muy bien para la vida cotidiana.

Un sistema educativo que jerarquiza las asignaturas situando en un nivel más bajo aquellas que son más creativas, que fomenta la competencia en lugar de la cooperación, que se empeña en tratar a los/as estudiantes por igual cuando lo más acertado es la individualización para asegurar que todos llegan a su nivel de desarrollo más óptimo. Un sistema con un abandono escolar de más del 24% no asegura futuras generaciones preparadas para sostener a la sociedad. No pretendemos decir que toda la población escolarizada debiera obtener estudios universitarios, sino que la lectura extrapolada de estos datos nos da muchas pistas a nivel psicosocial del resultado de basar la educación escolar en estas pautas: poca disciplina, poca empatía, poca resistencia a la frustración, consumo de alcohol, tabaco y drogas cada vez a edades más tempranas, gran cantidad de conductas sexuales de riesgo, conductas que proporcionan satisfacciones inmediatas poniendo en riesgo la salud, aumento desproporcionado de los trastornos del estado de ánimo como enfermedades incapacitantes a nivel laboral.

Porque la razón no sirve de nada sin las emociones, porque se han mantenido arrinconadas asegurando que mostrarlas únicamente era símbolo de debilidad, porque un desarrollo completo debería abarcar todos los aspectos del ser humano que comprendería el cognitivo, emocional, social y ético, por la importancia de saber distinguir entre los conflictos que podemos solucionar y los que no para evitar la frustración y el miedo gratuitos, porque es importante que los más pequeños se crean capaces de conseguir todo lo que se proponen invirtiendo un esfuerzo adecuado, porque el logro de las metas sólo se potencia con el sentimiento de capacidad y eso se cultiva alimentando las emociones positivas. Por esto y mucho más creemos en la incorporación de la educación emocional codo con codo con las materias más importantes a nivel de currículo escolar, y no su reserva para la atención a las necesidades educativas especiales sino por la ventaja de mirar a cada niña y niño con especialidad.

Por eso desde Psicología Cotidiana lanzamos un proyecto para Centros Educativos y Asociaciones y quieran potenciar la educación emocional desde la infancia o la adolescencia. Asegurando, con datos derivados de estudios en los que se potenciaba, que un correcto desarrollo emocional da como resultado:

- Un adecuado desarrollo de las habilidades sociales.

- La reducción de comportamientos antisociales.

- Disminución del abuso de drogas.

- Incremento de la autoimagen positiva.

- Aumento del éxito académico.

- Mejor salud mental.

- Fomento de comportamientos prosociales.

¿Qué opinas de la necesidad de incorporar la educación emocional al currículo escolar? ¿Qué papel crees que podría tener un profesional de la Psicología en un centro educativo? ¿Crees que el desarrollo emocional es la asignatura pendiente del sistema educativo actual? ¿En qué otros aspectos crees que debería mejorar? Esperamos tus comentarios sobre este tema.


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